miércoles, 6 de octubre de 2010

Treinta y cinco veces Yo.

Cronos se ha vuelto tema recurrente en nuestras pláticas,
se mezcla en el café, en la avenida, en nuestros hombros.

Y yo camino de frente aunque hoy con menos fuerza que antes.
Una inercia malsana en eterno andar.
Miro a mis amigos,
a mis padres los miro,
mientras su sonrisa insiste en inyectarme energía,
y me dice: ¡Papito! con tal sinceridad que sonroja.
Todos llenan mis recuerdos,
cada uno en su lugar.
Doy otro trago a mi cerveza y me río de las buenas costumbres,
le arranco hojas a los calendarios pasados
y me los cuelgo en la frente
para arrastrar fechas que me recuerden lugares.
Es cierto, me he vuelto cada vez más lento,
pero mis ideales siguen tan ágiles
como el primer día que los soñé.