miércoles, 4 de mayo de 2011

Sirena.

          Para Ella, que guarda pedazos de luna bajo la almohada. (Aunque Ella, no termine de llegar)

Despierta cuando la tarde ha dejado de sangrar y el sol termina de evaporar sus ganas detrás del mar. Acostada, recorre su cuerpo con la memoria, su cuello, sus hombros, su ombligo, se quita la arena con el pensamiento. Sobre sus pechos desnudos corre la brisa acumulando dunas de arena. Se levanta sacudiéndose los cangrejos que se refugian en su sexo, su desnudez es sólo una silueta recortada a la luz de la luna llena. La brisa le golpea suavemente el rostro, le enreda los cabellos. Camina lento hacia el mar, la arena le trepa por las rodillas, las olas se rinden ante ella y tienden una alfombra espumosa. Abre los brazos a la luna, su luz le acaricia los pechos y estremece sus caderas. Su piel se eriza al hundirse poco a poco. Levanta las manos, toca la luna, la abraza. Pequeños calamares de un intenso azul brillante se enredan entre sus pies, la envuelven, le van mordiendo cada poro. Se aferra a la luna mientras camina y se hunde, paso a paso. Peces multicolores la rodean y le abren paso entre los sargazos que bailan un vals rojo cadencioso. El mar, de un hambriento color verde oscuro, ha dejado de agitarse y comienza el ritual de la marea alta. Ella continúa avanzando hacia la oscuridad total, ese negro absoluto que seduce con promesas de liberación. Ahora son los delfines quienes hacen reverencias y la acompañan. Sus pies han dejado de tocar el fondo arenoso que hería con su artillería de conchitas y caracoles quebrados. Ahora es la luna llena quien la abraza, le ofrece su guía reflejando el camino hacia ella sobre el oleaje. Su piel comienza a florecer en pequeñas escamas que, como un espejo roto, refleja miles de veces el rostro frío y platinado de la luna que la espera escoltada de estrellas. Se hunde lentamente, ha dejado de necesitar la brisa en el rostro, la marea como testigo. Con ligereza nada hacia el fondo del mar. El negro profundo la envuelve, encuentra la luz de la luna al final de la senda, asciende a ella. Se deja arropar, la luna brilla con mayor fuerza esta noche. En las noches de luna llena nacen las sirenas.

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