El suicida.
Había pasado varias horas sentado frente a la hoja en blanco, con la pluma en la mano, intentando decidir a quién dedicaría la carta. Fueron horas de pensar y preguntarse, a quién, por qué, cómo, hasta agotar las respuestas. Ahora no podía contestar por qué debía escribir esa carta, para qué tenía una pistola en la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
envía tu mensaje en una botella